Entre los postres portugueses, hay un dulce que ha traspasado fronteras y es común encontrarlo hasta en España. Son los pasteles de Belém. Están elaborados con hojaldre y tienen un relleno hecho a base de leche, yema de huevo y azúcar que los hace muy dulces en la boca y proporcionan un contraste de texturas por dentro y por fuera. Se pueden comer en caliente y en frío y son muy llamativos por lo pequeños que resultan, por el tono amarillento y por lo tostados que acaban en la superficie.